viernes, 8 de enero de 2010

Lhasa de Sela: adiós a un ángel errante.



Me acabo de enterar de que el 1 de enero falleció, con tan sólo 37 años, Lhasa de Sela, una de las cantautoras más sorprendentes y peculiares de los últimos tiempos. Afincada desde los 19 años en Montreal, Lhasa fusionaba de manera personal las esencias tradicionales de la música mexicana, la gitana, la chanson francesa, el country, el blues, el jazz... para crear un sonido intimista y nada convencional.

Su vida también discurrió por senderos poco transitados. Se llamaba como la capital del Tíbet. Hija de un profesor y escritor mexicano y de una fotógrafa estadounidense, Lhasa de Sela pasó una infancia nómada recorriendo carreteras de México y Estados Unidos en un viejo autobús escolar convertido en el hogar de dos adultos, cuatro niñas, tres gatos, un loro, dos tortugas y un perro. Sin televisión. Ni electricidad ni agua corriente ni teléfono. Las pequeñas leían todo el tiempo y por la noche organizaban espectáculos.

Creció escuchando a Violeta Parra, Chavela Vargas, Billie Holiday, Amália Rodrigues, Maria Callas... Siempre le atrajo la música triste, confesaba.

En 1998 se dio a conocer mundialmente con el álbum "La Llorona", con un puñado de canciones en castellano y, después de unos años trabajando con sus hermanas en un circo por toda Europa, el éxito continuó con "The Living Road" (2003) y "Lhasa" (2009) donde canta también en francés y en inglés.

Un cáncer se la ha llevado, pero su legado musical seguirá llenando muchos vacíos.


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